jueves, 15 de octubre de 2009

La Zona del Recuerdo.

Nostalgia sin Tarkovski.

El lunes pasado se inauguró en La Habana, en el cine Charles Chaplin, la muestra Cuatro décadas de Cine Polaco, donde participan once películas de este país de diversos directores. A propósito del tema hice un anuncio en Facebook acerca de mi intención de asistir y recibí un comentario de un amigo sobre sus visitas a la Cinemateca para ver todo tipo de maravillas del cine mundial y en especial del de Europa del Este. Es mucha verdad, en el Chaplin hemos podido disfrutar de cine ruso, de la época soviética y posterior, polaco, checo, húngaro, alemán, entre otros, con más o menos asiduidad. Sin embargo, y aunque ha sido para nosotros una especie de lugar de refugio, paraíso como diría mi amigo, no es suficiente.
Hoy bien temprano, cuando regresaba a casa después de dejar a mi hija en la escuela y me dirigía a buscar el pan, pasé por lo que fuera el cine Avenida, en 41 entre 56 y 58, en Playa, que bien pudiera calificar como el cine mi niñez. En este lugar ví maravillas como "Los aristogatos", "La balada de los Dalton", y comencé a disfrutar de lo que luego se convertiría en una preferencia que aún me persigue, los mangas japoneses que a principios de los ochenta daban sus primeros pasos con "Voltus V", "Mazinger Z" y la norteamericana, pero notablemente dibujada por nipones "El último unicornio". También allí, pero ya adolescente tuve oportunidad de saborear mi primera película de Almodóvar, "Mujeres al borde de un ataque de nervios" que me dejó con el placer tremendo que todavía me embarga con las obras de este director español.
Hoy, cuando pasé por el otrora Avenida dejé a un lado a Calle 13 y me quité los audífonos para preguntar a un trabajador que pulía el suelo qué iban a hacer en aquel lugar y me dijo que una discoteca. Las emociones fueron varias, tristeza infinita por perder un templo de mi niñez, de la de mis hermanos y vecinos, alegría porque pensé que así tal vez mi hija en su adolescencia podría tener un lugar cercano a dónde acudir a divertirse, inquietud de pensar cómo se llenarían más estas calles de borrachos y gente desagradable.
Después de estos primeros sentimientos se instaló la nostalgia, no sólo por el Avenida, sino por todos los cines de barrio de esta ciudad, de los que quedan si acaso un cuarto de los que hubo. En algún momento La Habana sí fue un paraíso para los cinéfilos de todas las edades e ir al cine era un actividad natural y romántica que bien podía terminar con un delicioso helado en las cafeterías que solía haber al lado de las salas. En algún momento pudimos ver casi todo lo que valía, o al menos lo que se nos dejaba ver, pero mucho mucho más que ahora. Era posible sentarse en el Ambassador a ver "Érase una vez en América", "El lado oscuro del corazón " o "Ran" sin que cayera agua del techo o se te posara al lado un masturbador insistente.
Pero en verdad, hemos comprobado que estos momentos pasaron y que aunque la cinemateca aún nos programe maravillas del cine ruso y polaco y hasta anuncie ciclos de mi director ruso favorito nos va a quedar ese sabor frío y desagradable de una nostalgia llana, una nostalgia aún así sin Tarkovski.

2 comentarios:

  1. Las nuevas tecnologías, junto a los oscuros laberintos del mercado nos legaron la posiblidad de llevar el cine a casa. Mangas, juegos no siempre instructivos...entre otros ángeles y demonios vinieron a sustituir aquél universo de los cines de barrios. Aparentemente se trata de un paso adelante, pero nostalgias a un lado, pensemos en el efecto visual y psicológico de una pantalla gigante. Por supuesto que este "insignificante" detalle resulta suficiente para defender la existencia de estos proyectos cinematográficos.
    Si el cine Charles Chaplin mantiene su programación y público es, además, porque ha establecido durante años una línea consecuente de trabajo cultural, no conformándose con el hecho de representar imágenes sirviéndose de la luz.
    Por otro lado seguimos apostando por proyectos culturales personales y no pocas veces oportunistas, mientras olvidamos y siempre nos parecen "sospechosas" las realizaciones modestas que, en no pocas ocasiones, aparecen en los barrios impulsadas por los deseos de hacer y aportar a la sociedad, pero que al no traer consigo el toque mágico de una mano poderosa en el hombro, perecen en el intento. Mientras leía tu artículo me vino a la mente "Cinema Paradiso", entonces comencé a llenar mis dedos con cines que existieron en Marianao...

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  2. Me parece que el internauta anonimo vive fuera de la realidad cubana:
    "Las nuevas tecnologías, junto a los oscuros laberintos del mercado nos legaron la posiblidad de llevar el cine a casa"

    le copio para mencionar que ese no es la realidad Habanera, a la autora Adriana Normand la felicitio por la calidad de sus viñetas literaria

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