miércoles, 28 de octubre de 2009

La Zona de opinión.

Todos por lo mismo: apocalípticos e integrados.

La maestra de Educación Física con su blackberry en la mano derecha y su camiseta Ed Hardy aplaude fervorosa la actuación de los "pioneros" de quinto grado: es el matutino organizado en homenaje a la desaparición de Camilo Cienfuegos. La última frase dicha por los alumnos remite a un dilema aún no resuelto, el paradero real del héroe, pero la frase pareciera hueca, y lo es en un contexto tan anacrónico.
La mitad de los niños que observan el "acto político-cultural" está al sol. Se tapan las caritas con lo que pueden, muchos con las pequeñas manos, otros con las mismas flores que echaran a una cazuela de aluminio, limpia, eso sí, que luego será llevada al mar, al río a algún charco cercano. Años atrás la cazuela misma ha estado llena de agua, como si la alegoría funcionara en efecto de esa manera, como si se pudiera explicar a un niño, como tuve que hacer con la mía, que el recipiente está lleno de agua para que asemeje a echar las flores al mar, como corresponde con la tradición. La historia se rompe allí donde el infante es incapaz de entender la semejanza entre un caldero lleno de agua y el mar, y no por deficiencias del niño, sino porque en verdad no tiene nada en común, en absoluto.
Versos que se dicen atropellados para terminar más rápido, canciones preparadas al corre corre que de tan desafinadas obligan a la maestra a terminar cantando ella misma lo que debió ser una canción hecha por los "pioneros", textos leídos que parecieran sacados de algún libro de redacción y concordancia, pero de entre los ejemplos de lo qué nunca debe hacerse con el lenguaje, de tan incoherentes y extrañados.
De suerte será de los recuerdos que se olvidan, gracias a la cualidad humana de poseer una memoria selectiva. Confío en que ese espacio sea llenado por alguna historia mejor y también confío en que estos niños alguna vez comprendan la verdadera noción de patria, la patria que trasciende consignas y cazuelas, malos maestros e ideologías huecas y retrógradas.

2 comentarios:

  1. Ese blacberry en la mano de la maestra ya lo dice todo. Es increíble cómo una gran mentira ha podido convertirse en una "tradición" que, para colmo,incluye a los niños. La manipulación política de los niños.
    Cada vez hay más cubanos convencidos de que todo aquello de la desaparición fue un gran montaje.
    Y como ocurrió con el antiguo bloque comunista en Europa, todas las mentiras terminan aplastando al mentiroso,todo se termina sabiendo, aunque pasen cien años. Espero no meterte en un lío con este comentario.

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  2. chema, no creo que normand, con su relato corto pero emocionante, tuviera eso de lo que hablas en mente. Yo si no voy a abundar, pero Camilo es solo un pretesto, me parece, para algo mayor y que nos toca a todos, desde todas las aristas pensables, irremediablemente, siempre...

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