jueves, 29 de octubre de 2009

La Zona Fotográfica


Quinta avenida en los años cincuenta, se nota que no había Revolución... Energética.

miércoles, 28 de octubre de 2009

La Zona de opinión.

Todos por lo mismo: apocalípticos e integrados.

La maestra de Educación Física con su blackberry en la mano derecha y su camiseta Ed Hardy aplaude fervorosa la actuación de los "pioneros" de quinto grado: es el matutino organizado en homenaje a la desaparición de Camilo Cienfuegos. La última frase dicha por los alumnos remite a un dilema aún no resuelto, el paradero real del héroe, pero la frase pareciera hueca, y lo es en un contexto tan anacrónico.
La mitad de los niños que observan el "acto político-cultural" está al sol. Se tapan las caritas con lo que pueden, muchos con las pequeñas manos, otros con las mismas flores que echaran a una cazuela de aluminio, limpia, eso sí, que luego será llevada al mar, al río a algún charco cercano. Años atrás la cazuela misma ha estado llena de agua, como si la alegoría funcionara en efecto de esa manera, como si se pudiera explicar a un niño, como tuve que hacer con la mía, que el recipiente está lleno de agua para que asemeje a echar las flores al mar, como corresponde con la tradición. La historia se rompe allí donde el infante es incapaz de entender la semejanza entre un caldero lleno de agua y el mar, y no por deficiencias del niño, sino porque en verdad no tiene nada en común, en absoluto.
Versos que se dicen atropellados para terminar más rápido, canciones preparadas al corre corre que de tan desafinadas obligan a la maestra a terminar cantando ella misma lo que debió ser una canción hecha por los "pioneros", textos leídos que parecieran sacados de algún libro de redacción y concordancia, pero de entre los ejemplos de lo qué nunca debe hacerse con el lenguaje, de tan incoherentes y extrañados.
De suerte será de los recuerdos que se olvidan, gracias a la cualidad humana de poseer una memoria selectiva. Confío en que ese espacio sea llenado por alguna historia mejor y también confío en que estos niños alguna vez comprendan la verdadera noción de patria, la patria que trasciende consignas y cazuelas, malos maestros e ideologías huecas y retrógradas.

jueves, 15 de octubre de 2009

La Zona del Recuerdo.

Nostalgia sin Tarkovski.

El lunes pasado se inauguró en La Habana, en el cine Charles Chaplin, la muestra Cuatro décadas de Cine Polaco, donde participan once películas de este país de diversos directores. A propósito del tema hice un anuncio en Facebook acerca de mi intención de asistir y recibí un comentario de un amigo sobre sus visitas a la Cinemateca para ver todo tipo de maravillas del cine mundial y en especial del de Europa del Este. Es mucha verdad, en el Chaplin hemos podido disfrutar de cine ruso, de la época soviética y posterior, polaco, checo, húngaro, alemán, entre otros, con más o menos asiduidad. Sin embargo, y aunque ha sido para nosotros una especie de lugar de refugio, paraíso como diría mi amigo, no es suficiente.
Hoy bien temprano, cuando regresaba a casa después de dejar a mi hija en la escuela y me dirigía a buscar el pan, pasé por lo que fuera el cine Avenida, en 41 entre 56 y 58, en Playa, que bien pudiera calificar como el cine mi niñez. En este lugar ví maravillas como "Los aristogatos", "La balada de los Dalton", y comencé a disfrutar de lo que luego se convertiría en una preferencia que aún me persigue, los mangas japoneses que a principios de los ochenta daban sus primeros pasos con "Voltus V", "Mazinger Z" y la norteamericana, pero notablemente dibujada por nipones "El último unicornio". También allí, pero ya adolescente tuve oportunidad de saborear mi primera película de Almodóvar, "Mujeres al borde de un ataque de nervios" que me dejó con el placer tremendo que todavía me embarga con las obras de este director español.
Hoy, cuando pasé por el otrora Avenida dejé a un lado a Calle 13 y me quité los audífonos para preguntar a un trabajador que pulía el suelo qué iban a hacer en aquel lugar y me dijo que una discoteca. Las emociones fueron varias, tristeza infinita por perder un templo de mi niñez, de la de mis hermanos y vecinos, alegría porque pensé que así tal vez mi hija en su adolescencia podría tener un lugar cercano a dónde acudir a divertirse, inquietud de pensar cómo se llenarían más estas calles de borrachos y gente desagradable.
Después de estos primeros sentimientos se instaló la nostalgia, no sólo por el Avenida, sino por todos los cines de barrio de esta ciudad, de los que quedan si acaso un cuarto de los que hubo. En algún momento La Habana sí fue un paraíso para los cinéfilos de todas las edades e ir al cine era un actividad natural y romántica que bien podía terminar con un delicioso helado en las cafeterías que solía haber al lado de las salas. En algún momento pudimos ver casi todo lo que valía, o al menos lo que se nos dejaba ver, pero mucho mucho más que ahora. Era posible sentarse en el Ambassador a ver "Érase una vez en América", "El lado oscuro del corazón " o "Ran" sin que cayera agua del techo o se te posara al lado un masturbador insistente.
Pero en verdad, hemos comprobado que estos momentos pasaron y que aunque la cinemateca aún nos programe maravillas del cine ruso y polaco y hasta anuncie ciclos de mi director ruso favorito nos va a quedar ese sabor frío y desagradable de una nostalgia llana, una nostalgia aún así sin Tarkovski.

martes, 13 de octubre de 2009

La Zona de opinión

Aventuras policiales.

Ayer en la tarde cuando regresaba con mi hija de su escuela tuve un encuentro cercano con las autoridades locales, o sea con la policía. Venía con mi niña, dos amiguitos de la escuela y la madre de estos cuando al cruzar una calle se me cayó al suelo, sin que me percatara, el pomo donde suele llevar el agua mi hija, y al aviso de un muchacho que se dió cuenta regresé corriendo y lo recogí sin que hubiera otro incidente.
Continué mi camino hablando con Cristina, la otra madre, de todas esas cosas que se hablan al salir de la primaria, la merienda que los niños deben llevar porque si no es así se mueren de hambre ya que al almuerzo escolar es una verdadera pena, o quizás de las ausencias de las maestras, o de los casos de dengue y AH1N1 que hay en la escuela, en fin, verdaderas nimiedades, cuando de pronto y de la manera más espectacular vimos acercarse un carro policial dando marcha atrás y detenerse frente a nosotros en la calle.
Entonces el copiloto de semejante nave me hizo una seña indefinida con las manos. No dijo Buenas tardes, ni otra palabra de saludo, sólo me señaló con un dedo y luego hizo ese gesto con la mano indicándome que debía acercarme a él. Al principio dudé que fuera conmigo, porque en verdad no encontraba el sentido a aquello, pero luego con mucha curiosidad me acerqué al uniformado.
Quería saber, el tal, por qué yo había corrido a recoger el pomo, y le expliqué que me pertenecía, luego preguntó si yo estaba segura porque una señora en la otra cuadra decía que era suyo, repetí que sí y que si tenía dudas estaba el muchacho que había visto el pomo caer de mi mochila y si quería me confrontara a la señora esa. Él no me respondió, ni siquiera se dignó a mirame, sólo le pidió al chofer que arrancara y me dejó sin más explicaciones en el medio de la calle.
Entonces pensé muchas cosas, el trato odioso que tienen los policías en este país hacia los ciudadanos, el tiempo que les sobra para perder en boberías y no hacer bien su trabajo, el poder que poseen y no cesan de demostrar encima de autos y motos relucientes con salarios elevados que muchas veces profesionales consagrados no piensan cobrar.
Igual me dí cuenta que si él hubiera querido habría podido detenerme, que no hay una ley que se lo impida ni que me proteja, que habría sido mi palabra contra la de él y me quedé pensando cuál sería la pena para este terrible delito de apropiamiento ilícito de pomo plástico vacío envuelto en bolsa de tela.

lunes, 12 de octubre de 2009

La Zona Fotográfica


Me gustaba imaginar cómo aquellos rostros se desfiguraban ante mí, cómo se descomponían.

viernes, 9 de octubre de 2009

La Zona de opinión.

Oda al caldo de pollo.

Quisiera dedicar unas líneas de reflexión a ese gigante de la cocina cubana, el caldo de pollo, lo que en Cuba conocemos como cuadrito, caldito, sopita, y que no es más que ese caldo concentrado marca maggi o gallina blanca, de diversos sabores como pollo, bacon, chorizo y otros por el estilo.
Me pregunto que sería de los cubanos si no existiera esa maravilla concentrada. Vale diez centavos de c.u.c y en algunos lugares se puede encontrar a dos pesos cubanos, o sea el equivalente, y puede ayudar a mejorar nuestra dieta en un dos por tres. Lo usamos para dar sabor a los potajes, arroces, para croquetas, pastas de bocaditos, spaguettis, para que el pollo que nos venden sepa a algo, pues hace mucho tiempo que los pollos que comemos en Cuba ni siquiera sabe a pollo, así que ni siquiera se cumple ese lugar común de los americanos quienes encuentran que todo sabe a pollo.
Para muchos ancianos un caldo de estos puede significar una comida, sobre todo en las tardes, basta agregarlo a una taza de agua caliente y te haces la idea de que estás bebiendo consomé de pollo. Puede que incluso el estómago se engañe un par de horas, tal vez.
Engañar al estómago, hacerle creer que es pollo, o chorizo o costilla ahumada lo que se saborea y no simples aromas y glucamato monosódico.
De eso va todo en Cuba, la máscara alcanza niveles insospechados, sofisticated es la palabra en inglés, que no es para nada la mala traducción de algo rebuscado, sino la de algo que se disfraza de lo que en realidad no es.

jueves, 8 de octubre de 2009

La Zona Fotográfica


El Caballero de París en una de las esquinas de su Habana.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La Zona de opinión.

La aguja sabe lo que cose...

Habría que entenderla, a esta maestra emergente, ella siempre ha escuchado que la educación de un niño debe ser integral, que deben ser preparados para la vida y no sólo de manera académica, que existe incluso una asignatura llamada "El mundo en que vivimos" porque los niños han de conocer el planeta donde habitan y todas las circuntancias que los rodean.
Es por eso, y porque tiene serias pretensiones de convertirse en una profesional destacada, que decidió dedicarse a darles a los alumnos "clases especiales". Es posible que contara con un programa establecido por ella misma, o que se decidiera a dejar los temas a la pura improvisación, según se presentaran los días. Ahora bien, repito, sus intenciones siempre fueron las mejores.
Ella no es como otras que conoce, en su misma escuela, que se escapan por la ventana del aula a la hora del mediodía y dejan a los estudiantes solos con la puerta bien cerrada. Tampoco es como esa otra, a quien visita el novio todas las tardes para tener ciertas aventuras sexuales en el balcón del aula mientras los niños deben permanecer con la cabeza baja sin mirar al exterior.
Ella, señores míos, tenía un objetivo, una motivación, desarrollar su oficio de maestra y tratar de alcanzar todas las esferas de la vida, lo que se ha llamado "cultura general".
Por todas estas razones ella no comprende por qué razón fue llamada a la dirección de le escuela donde trabaja por una queja presentada por un padre. Sí, es verdad, uno de los niños tuvo un ataque de asma después de sus lecciones, pero hay que tener en cuenta que el susodicho alumno tiene un amplio historial con ese padecimiento. Se pregunta cómo es posible que pueda relacionarse este ataque con las clases de cómo fumar-curso teórico y práctico impartidas por ella en el receso durante dos semanas.
Por su parte los padres tampoco comprenden cómo es posible que esta chiquilla de 16 años tenga a su cargo a veinte niños de menos de 10 a los que ni siquiera enseña bien la ortografía, así como tampoco pueden entender que a pesar de la gravedad del hecho ocurrido la mencionada maestrica vaya a continuar ejerciendo hasta el final del presente curso escolar.

martes, 6 de octubre de 2009

La Zona Fotográfica


La entrada del zoológico de 26.

viernes, 2 de octubre de 2009

La Zona de opinión.

Sexo en la ciudad.

Sé que en Cuba, y sobre todo en La Habana todo resulta muy difícil, comer es una aventura, y generalmente una en la que se repiten los mismos capítulos, vestirse es una odisea, ya que hay que lidiar con la moda y también con las pocas opciones y la falta de dinero, pero lo que en verdad me resulta chocante es que en este país y en esta ciudad en específico se hace cada vez más difícil tener sexo.
No estoy hablando de la disposición de los habaneros, que es mucha y variada, sino de los lugares a dónde concurrir para ello. Hace mucho tiempo que no funcionan las llamadas "posadas" estatales. Sé que existen las particulares, personas que alquilan cuartos de sus viviendas durante el día para facilitar el intercambio amoroso entre parejas que no tiene otro lugar dónde acudir, pero no son baratas, el precio oscila alrededor de los 5 cuc, lo que resultaría en 120 pesos cubanos, que para muchos es tal vez la mitad del salario mensual.
Que queda, pues parques, oscuridades, matorrales, pero hasta eso se ha vuelto extrañado, pues a pesar de la tan llevada y traída Revolución Energética los parques están bien iluminados y cada vez hay más cámaras al menos en la zona del Vedado, Centro Habana y Habana Vieja. Hace un par de días un amigo me dijo que supo que son más de 6000 las que se han instalado en los últimos tiempos, así que una vez más se tiene la sensación de ser constanmente observado y con razón.
Me pregunto cómo se las arreglan los adolescentes, los más jóvenes que no tienen dónde meterse para apretujarse un poco con todos los problemas de viviendas existentes en este país. Supe de un caso, una pareja en el banco de un parque no muy céntrico, que fue interrogada por la policía quien le pidió los documentos y luego se arrepintió de sus intenciones y les recomendó buscar un lugar mejor ya que la multa por semejante escaramuza era muy alta.
Me pregunto cuál es ese lugar mejor, dónde lo encuentran y si acaso no será más alto el precio a pagar por no poder hacer el amor con libertad.